domingo, 23 de octubre de 2011

16. "Te besó."

Sin saber qué hacer colgué y antes de que pudiera siquiera pestañear una lágrima resbaló por mi mejilla.

Había una mujer con Michael. Una mujer que le había preguntado sobre un baño con burbujas… Podía ser perfectamente una de las asistentas pero Michael era un hombre muy guapo, ¿por qué iba a conformarse conmigo pudiendo tener a la mujer más hermosa del mundo?

Aquella noche no volví a pegar ojo y cuando la enfermera de la mañana me ofreció el desayuno me negué a tomar un solo bocado. No tenía fuerza ni para estar sentada, así que pasé horas y horas acostada en la cama, dándole la espalda a la puerta.

Michael llegó a las diez de la mañana, pero la verdad es que no sé si me alegró que cumpliera su promesa de visitarme. En cuanto oí que su voz pronunciando mi nombre al entrar cerré los ojos e hice que dormía. Se sentó en una silla a mi lado y me miró durante unos minutos que se me hicieron eternos. De vez en cuando oía algún que otro suspiro o cómo crujía la silla en la que se encontraba pero no me moví en ningún momento.

Sonó su teléfono y rápidamente se levantó para contestar.

-Tatiana, ¿qué quieres? Sí, estoy en el hospital. Ya te lo dije anoche: No sé cuándo podré irme. Sheila está dormida así que no sé si esperar a que se despierte… Me imagino que no puede tardar mucho. –Decía mientras caminaba de un lado para otro de la habitación. -Sí, ya sé que esta tarde querías que fuéramos a casa de mi madre. No te preocupes por eso. Vale. Tatiana creo que te he dejado las cosas muy claras. Sí. Vale, adiós, nos vemos más tarde. –Se despidió.

No sabía si podría disimular de manera que no notara que estaba a punto de llorar, así que decidí no arriesgarme y cuando Michael se dio la vuelta yo ya estaba sentada con los ojos enrojecidos y los brazos caídos con desgana.

-Puedes irte con tu amiga, no te preocupes. Seguro que te preparará un baño con burbujas excelente, como anoche. –Esto último lo dije en tono despectivo, como un hachazo.

-Pequeña, ¿estás bien? –Preguntó acercándose a mí para cogerme la mano, pero yo la aparté antes de que le diera tiempo.

-Encima tienes la cara de preguntarme si estoy bien… -Las lágrimas salieron a borbotones sin poder evitarlo.

-No pensarás que ella y yo…

-¿Que ella y tú qué? Joder, Michael, es tan obvio. Seguro que es una mujer hermosa. Ya sé, lo que pasa es que has encontrado a alguien mejor y como estoy en el hospital te da penita decírmelo, ¿verdad? –Le reprochaba casi gritando.

-Eh, eh, eh. Para. –Cogió mi cara entre sus manos. –No hay nadie mejor que tú, ¿me oyes? Jamás encontraré a una mujer que consiga hacerme sentir como tú lo haces. Princesa, no puedo vivir sin ti y no hay nadie más hermoso que tú. Me llenas, consigues que me olvide de todas mis penas con tan sólo una sonrisa. Te amo, ¿me entiendes? Te amo y lo sabes… Y después de todo eso, ¿pretendes que encuentre a alguien más maravilloso que tú? No creo que haya una persona que sepa mejor que yo lo que es amarte y por eso no te remplazaría jamás. Y menos por la primera que pase por delante.

Entonces le besé y las lágrimas de mis mejillas soldaron nuestros labios.

-¿Quién es Tatiana? –Pregunté con un nudo en la garganta una vez nos separamos.

-La actriz del video de The way you make me feel… -Explicó con dificultad. –pero te juro que no hay nada entre nosotros.

-¿Y qué hacía ayer en tu casa? ¿Por qué te ha llamado? Y, ¿cómo es que va a conocer a tu madre antes que yo?

-Tú ya conoces a mi madre. Sabes que cuando eras enana te adoraba… Ella era la única que no quería que nos separaran. Se acuerda mucho de ti, por cierto. –Hizo una pausa esperando que dijera algo. –Ayer apareció sin decir nada en mi casa y quiso prepararme un baño. Pero te prometo que no me metí, era muy tarde y no me apetecía… Y hoy me ha llamado porque es muy pesada. No sé cómo sacármela de encima, hace años que grabamos ese vídeo y está empeñada en mantener el contacto conmigo. Supongo que pasar el tiempo que duró el Bad Tour juntos hizo que me cogiera cariño.

-Te besó.

-¿Qué? –Se sobresaltó.

-Lo recuerdo. Te besó en un concierto. ¿Acaso eso no significa nada?

-Apenas fue un leve contacto… Y fue cosa suya, lo planeó sin consultar a nadie. En el backstage se llevó una bronca por parte de varias personas.

-Osea, que está enamorada de ti. –Aclaré.

-Bueno, tanto como enamorada no sé… Pero dejemos de hablar de ella, no merece la pena. ¿Qué tal has dormido?

-No he dormido. ¿Tú te crees que después de…

Fui interrumpida por su teléfono, que volvía a sonar.

sábado, 15 de octubre de 2011

15. "Quiero irme a Neverland."

-¿Qué ha pasado? –Pregunté a Michael al cabo de un rato.

-Te has caído por una ladera.

-Eso ya lo sé. ¿Qué ha pasado después?

-Me sentía fatal por el hecho de que no me creyeras y después me di cuenta de que te había dejado sola… Quiero decir, tu padre tiene razón. Estás aquí por mi culpa, debí haberme tomado mejor que no me creyeras… -Declaró con tristeza en su voz.

-¿Qué? ¿Estabas despierto?

-Ajá, sólo fingía.

No pregunté por qué, era obvio que no quería que mi padre le diera de hostias. Porque eso era lo que haría si le viera despierto.

-Michael, siento no haberte creído. Estaba nerviosa y tenía miedo… Son muchos recuerdos, no sé.

-Yo sí que lo sé. ¿Recuerdas cómo corríamos por el patio de mi casa? ¿Y cuando nos escondíamos de los mayores para que no me llevaran a ensayar? –Dijo gesticulando y sentándose en el borde de la cama mientras dibujaba una sonrisa en su rostro.

-¡Claro que lo recuerdo! Eras muy bueno escondiéndote. –Recordé con nostalgia.

Estuvimos un rato rememorando tiempos mejores. Nos lo pasamos genial y quería que fuera así durante mucho tiempo. Quería que nos lo pasáramos bien juntos por muchos años.

-Michael, quiero irme contigo y que vivamos juntos en Neverland.

-No. –Contestó serio.

-¿Qué?

-Aún no. Tienes que quedarte un tiempo en el hospital descansando y luego ya veremos… Nadie quiere más que yo que te vengas a Neverland. Ahora duerme, yo tengo que salir a hacer unas cosas…

Y mientras él cantaba The lady in my life casi en un susurro, yo iba cayendo en las garras del sueño poco a poco.

And I will keep you warm

Through the shadows of the night.

Let me touch you with my love,

I can make it feel so right.

And baby through the years,

Even when we're old and gray,

I will love you more each day.

Cause you will always be the lady in my life.

Me dormí con esa preciosa estrofa en la cabeza y disfruté de horas de serenidad, hasta que la enfermera irrumpió en mi habitación y en mi cabeza para despertarme y pedirme que cenara algo.

-¿Dónde está Michael? –Pregunté con la boca llena.

-Me ha dicho que vendría mañana, que no podía quedarse por la noche. Por cierto, ¿qué tal os va? ¿Y para cuando los niños? –Preguntó con una amplia sonrisa. –A Michael le encantan los niños.

-¿Qué? –Estaba desconcertada.

-Hacéis una pareja muy bonita.

-Pero nosotros no…

-Tranquila, no tienes que fingir delante de mí. –Y sin darme tiempo a decir algo salió de la habitación con los platos de comida vacíos.

Aquel momento me hizo pensar en cómo se podría definir la relación que existía entre Michael y yo. No habíamos acordado en ningún momento que fuéramos una pareja, pero nos habíamos besado y nos queríamos. Íbamos a vivir juntos (o eso pretendía yo) pero no habíamos hablado de tener hijos ni de casarnos. Ni siquiera sabía si dormiríamos en la misma cama o si, por el contrario, cada uno tendría su habitación.

Me fui por las ramas y empecé a quedarme dormida de nuevo, así que pensé que podría hablar todo aquello con Michael a la mañana siguiente, cuando volviera.

Una horrible pesadilla en la que me encontraba encerrada en una diminuta habitación por toda la eternidad me despertó con un grito que, gracias a dios, nadie oyó. Miré el despertador que había en la mesilla de noche y a duras penas, gracias a la luz que se colaba por la ventana, pude ver que eran las tres de la mañana. En mi móvil habían tres llamadas perdidas de Michael hacía una hora así que aunque era tarde decidí llamarle alertada por lo tarde que era.

-¿Si? –Oí que contestaba después del cuarto pitido.

-Michael, ¿estás bien?

-Sheila, es tarde. Sí, estoy bien. ¿Qué pasa? –No parecía que estuviera durmiendo, es más, le notaba muy despierto.

-Tengo tres llamadas perdidas tuyas de hace una hora.

-Pues yo no te he llamado… -Se quedó un momento pensativo. –Habrá sido Bubbles, ya sabes que le encanta jugar con mi teléfono. Duerme anda, que iré a verte por la mañana.

-Michael, ¿quieres que le ponga burbujas a la bañera? –Oí que decía una risueña voz femenina por detrás.

Y me quedé paralizada.