jueves, 30 de septiembre de 2010

5. "Completo desconocido y lágrimas de cristal"


-Hola...- Dijo tímidamente una voz masculina que no reconocí.
Inevitablemente aparté mis manos de la cara. ¿Quién era aquel hombre?
-Hola.- Contesté firme en mi respuesta.
-Siento la intrusión, pero he oído un llanto y quería saber si estabas bien.
-Si, no se preocupe.-Dije intentando retener las lágrimas.- Esque soy muy sensible.
-¿Ha recibido una mala noticia?
-No. Ese es el problema, no me dicen nada y esto muy preocupada.
De pronto me di cuenta de que le estaba contando mis preocupaciones a un completo deconocido, y que eso no habría pasado nunca si no hubiera conocido a Mark. Él me había dado esa confianza que me falataba. Al pensar en eso volví a llorar.
-Por favor no llores así... Se me parte el alma ver a alguien llorar de esa manera.
Casi no le escuché, lo dijo débilmente y mi llanto no me dejaba oir nada. Me dió un abrazo. Era un desconocido y hoy en día pienso y me pregunto por qué lo hizo, sin embargo en ese momento lo necesitaba más que nada y por lo tanto lo acepté.
Cuando conseguí calmarme me separé de él y vi que tenía los ojos llorosos. ¿Por qué lloraba? No se lo pregunté, temía dañarle.
-¿Por qué estás aquí?- Preguntó virando la cara para que no viera sus lágrimas de cristal.
-Yo y mi novio hemos tenído un accidente- Respondí bajando la mirada y pensando de nuevo en él.
-Oh dios, es terrible ¿Y cómo está?
-No lo sé... no me dejan verle y no me dicen nada.- Le conté con impotencia.
El chico no dijo nada, no había nada que decir.
-Y ¿tú por qué estás aquí?- Quise cambiar de tema.
-Pues estoy haciendo unas donaciones y bueno, suelo venir a ver a los niños de este hospital.
-Oh, eso es precioso.
-Bueno, lo hago por ellos.
-Si vienes amenudo como dices, tendrás influencia sobre el hospital ¿no?- Pregunté.
-Yo no lo llamaría influencia, pero conozco a todo el personal. Son muy simpáticos. Creo que los niños de este hospital están en buenas manos.
Me limité a asentir y a mirar hacia la ventana.
-Oye, ¿me ayudarías a levantar por favor? Quiero ver qué hay fuera.
-Supongo que podría, pero no verías nada...
-¿Cómo que no?- Pregunté estrañada.
-No hay más que camiones. El hospital está en obras y justo en ese lado está todo el material.
-lástima, me hubiera gustado mucho ver algún paisaje. Me ayuda a pensar.
-Espera aquí- Dijo saliendo por la puerta a toda velocidad.
Era un chico simpático, me pareció buena persona. Y había logrado que me calmara y me distrajera por unos momentos.
No pordría describirlo físicamente, no me había fijado. No estaba para esas tonterías.
Mientras esperaba a que volviera me pregunté cuánto tiempo tendría que estar allí. ¿Cuánto sin ver a Mark? Sólo esperaba que si era mucho puediera estar con él o que aquel chico me hiciera compañía, ya que iba tanto al hospital... "¡Claro!" Se me ocurrió una idea. Pero no iba acontarla así como así, esperaría el momento adecuado.
"Ese chico..." Tenía que preguntarle su nombre.
Se abrió la puerta y por ella apareció la última persona que había salido, pero esta vez traía una bolsa en las manos.
-¿Qué llevas ahí?- Pregunté sorprendida.
-¿No decías que querías algo que te ayudara a pensar?- Dijo con una sonrisa traviesa.
-No, yo lo que dije fue...
-Shh!- Me interrumpió.
Consiguió que sonriera, pero no me olvidaría de Mark y mi plan.
Abrió la bolsa y sacó un libro y un cuaderno. También había traído libros de ejercicios mentales.
-¿Me ves cara de necesitar esto?- Bromeé con el libro en la mano.
-Siempre vienen bien- Dijo guiñando un ojo.
Sacó varias cosas más y las extendió por toda la cama.
-No sé hacer Sudokus- Dije al ver los que había traido.
-¡Claro que sabes! Todo el mundo sabe.- Le miré arqueando las cejas y añadió: Pero te puedo ayudar...
-¿Ayudarme? ¿Cómo?
-Pues bueno, he pensado que como vengo seguido y tú estás aquí y me caes tan bien... -Decía sonriente- Pues que podría visitarte.
Aquello me hizo recordar que debía preguntarle su nombre .
-Me parece estúpendo. oye, me gustaría preguntarte algo...
-¡Oh dios mío! es tardísimo. Tengo que irme. Lo siento.- Dijo mirándo el reloj y fue hacia la puerta.- Si necesitaras cualquier cosa, avisame ¡eh!
-Pues la verdad es que...
-¿Podría ser mañana?-Parecía desesperado.
-De acuerdo...-Dije mientras se iba corriendo.
¿Quién sería aquel hombre?

martes, 28 de septiembre de 2010

4. "¿Dónde está Mark?"


Cuando salimos el día seguía tan radiante como lo había estado una horas antes.
Llevabamos quince minutos de trayecto y yo estaba ansiosa por ver aquel lugar tan maravilloso. De repente empezó a llover a cántaros, ¿cómo era posible? Hacía cinco minutos el sol brillaba en su pleno espendor, y las predicciones decían que el día se mantendría en esa línea.
Normalmente me encantaba la lluvia, mucho más que el sol. Pero ese día no me iba a hacer ninguna gracia que lloviera de aquella manera.
Sin darme cuenta Mark perdió el control de la moto y se fue por el carril contrario. Venía un camión hacia nosotros y lo único que recuerdo ver fueron las luces de sus faros acercándose. Supongo que quedé inconciente. Cuando desperté estaba en un hospital, había una enfermera en mi habitación.
-¡Buenos días!- Dijo alegremente al ver que estaba despierta.- Lleva durmiendo desde que llegó. Son las diez de la mañana.
- ¿Qué ha pasado?- Pregunté nerviosa mientras buscaba a Mark con la mirada.
-Usted y el chico que le acompañaba habéis tenido un grave accidente. Menos mal que el señor con el que impactastéis llamó a tiempo... Supongo que perdistéis el control de la moto en la que ibaís, con esta lluvia...
"¿Grave accidente?" Pensé.
-¿Dónde está Mark?- Pregunté asustada mientras e intentaba levantar.
-No se preocupe.- Decía deteniéndome y empujando mi cuerpo hacia la cama. -Su compañero está bien. Pero usted debe relajarse y descansar, ha recibido un fuerte golpe. Supongo que tendrá hambre, enseguida le traerán el desayuno.
No dije nada, estaba muy preocupada por Mark. "¿por qué no me dejan ir a verlo?" Me preguntaba cuando la enfermera salía de la habitación.
Quise levantarme varias veces, pero era incapaz y aunque quisiera ir a mirar por la ventana, mi cuerpo estaba demasiado débil. Si yo estaba en aquel estado no quería imaginar cómo estaba Mark: él iba conduciendo, y por lo tanto recibió el impacto de lleno. Quería no pensar en eso, pero me resultaba imposible. Si a "mi compañero", como la enfermera lo había llamado, le ocurría cualquier cosa mi mundo se desmoronaría. Él había creado aquel lugar feliz en mi alma y si él no estuviera ese rincón especial desaparecería.
Estando aún absorta en mis pensamientos, entró otra enfermera con un carrito en el que llevaba el desayuno.
-¿Cuándo podré ver a Mark?- Pregunté impaciente.
-No lo sé.- Respondió mientras dejaba el carrito junto a la cama.
-Eso ya me lo han dicho antes. Quiero una respuesta razonable, tengo que verle.- Dije en tono desafiante.
Me estaban sacando de mis casillas, ¿no se daban cuenta de que verlo era una necesidad?
-Lo siento, pero de momento es imposible.
Se marchó por la misma puerta por la que las demás enfermeras lo habían hecho.
Inevitablemente empecé a llorar con la cara empotrada en mis manos. Preguntándome qué había pasado exactamente y cómo estaba Mark. Mi yo interior sentía que se mepezaba a romper en mil pedazos, todo sin saber por qué.
Estube largo rato intentadno tranquilizarme pero cada vez que pensaba que el mar de lágrimas había acabado, otro pensamiento desagradable volvía a torturarme y de nuevo, empezaba a llorar. Me sentí como antes de conocer a Mark, que me pasaba llorando día y noche. Quizá esos momento de felicidad sólo eran un paréntesis en mi vida.
De pronto oí abrirse la puerta. No me importó, no me moví. Sería otra enfermera...

domingo, 26 de septiembre de 2010

3. "Yo por si las moscas..."


-¿Qué pasa?- Preguntó Mark preocupado.
-Pues... me he dejados las llaves en la oficina.- Le respondí decepcionada de mí misma.
-Bueno, no pasa nada. Las iremos a buscar y listo.-Dijo con su particular alegría. Parecía no afectarle nada.
Decidimos ir en su moto, pues hacía un día precioso.
Cuando tuvimos las llaves y estuvimos dentro me acordé de Sidor y supuse que estba dando un paseo, como acostumbraba a hacer. Nos servimos dos platos de pasta y al fin almorzamos en paz. Tarde pero en paz.
-Sheila, ¿conoces a Michael Jackson?- me preguntó repentinamente.
-Bueno, ya sabes que no ma va mucho la música pero creo que he oído hablar de él en las noticias. -Respondí indiferente- ¿Po qué lo preguntas?
-Pues, ya sabes que es mi cantante favorito y...
-¡Cierto! Recuerdo que me contastes algo de eso.- le interrumpí.
-...Y bueno, -continuó- En unas semanas dará un concierto aquí, en Los Ángeles, por su Bad World Tour. Y me preguntaba si te gustaría venir conmigo.
-¿Ya has comprado las entradas verdad?
-Pues sí...-Respondió con culpabilidad.
-¡Lo sabía! -me reí- Pues qué remedio. Si hay que ir se va y no pasa nada. -Dije sonriente, algo raro en mí.
Era extraño que él, siendo huerfano, se comportara de una forma tan alegre y yo, que tenía una vida llena de felicidad, sin una sola mancha, fuera tan oscura. Aunque realmente ya no lo era tanto. Después de que estaba con Mark mi vida se había convirtiendo en una arco iris, cada vez de más colores. Él me había llevado por un camino desconocido, pero amaba ese camino tan..."rosa". Y no porque fuera "rosa" sino porque él lo había pintado con sus propias manos.

De pronto apareció Sidory Mark, asustado, se levantó de la mesa para ponerse a mi lado y utilizarme como escudo.
- ¡No seas idiota! -Dije a carcajadas- Pareces un niño pequeño. ¡Ya sabes que no hace nada!
- Bueno, yo por si las moscas... -Dijo asustado.
Me levanté.
- ¿Adónde vas? -preguntó.
- Pues a darle de comer. Es un ser vivo ¿sabes? -Dije con una ligera risa.
Le puse su comida en el cuenco que estaba fuera de la casa, justo al lado de la puerta de entrada, e inmediatamente se dirigió hacia allí.
Mark y yo fuimos al salón a descansar un poco y me contó que me tenía una sorpresa. Que quería llevarme a un lugar, puesto que hacía un día tan bonito, y que me iba a encantar. Me entró curiosidad (la verdad) y quise saber adónde pensaba llevarme, pero él se negó rotundamente a decírmelo.
A las 17:00 PM nos dispusimos a salir en su moto.
¿Cómo ibamos a saber nosotros que empezaría a llover de aquella manera?

2. "Dios...Hoy no es mi día."


Mi horario era de 7:30 AM a 13:30 PM pero ese día había llegado con dos horas de retraso, por lo tanto tendría que salir a las 15:30 PM para compensar. Había quedado para comer con Mark así que le llamé para decirle que no podía ser, sinembargo él insistió.
-Mark, lo siento pero tengo que quedarme hasrta más tarde porque he llegado con retraso. Por lo tanto no podremos almorzar...
-¿Hasta cuando te quedas?- Preguntó pensativo.
-Hasta las tres y media. Pero podemos cenar juntos.
-¡¿Hasta las tres y media?! Sheila, ¿te has vuelto a dormir?

-Sí, otra vez... Soy un desastre- dije entre risas.
-¡Ya lo creo!- dijo él riendo también- Pero no importa, podemos almorzar tarde.
Pensé en lo linda que sonaba su voz, tan alegre...
-Entonces ¿quedamos en la puerta a las 15:30?
-Si, claro- respondió feliz.
-Bueno me tengo que ir. Jim se está acercando y si me ve hablando por telefóno después de haber llegado tarde esta mañana, me matará.- Dije con tono preocupado a la vez que cómico.
-¡Adiós! Oye, no deberías dejar que te tratase así, tú vales más.-Contestó serio. Su dulce tono había desaparecido.
-¡Deja eso ya!- Le dije un poco molesta- Adiós, ¡te quiero!
-Te quiero.- se despedía al colgar.
Mark y yo no queríamos retrasar la cita porque nos echabamos de menos. No nos veíamos desde hacía 5 días puesto que los dos estabamos ocupados con nuestros trabajos. Mark había estudiado arquitectura y empezado a trabajar hacía poco tiempo.
Cuando por fin llegó la hora de salir estaba cansada de ver y escuchar a mi maldito jefe, y el aire de las calles fue una bendición. Mark me esperaba en un banco del parque infantil. Justo en frente de mi edificio. Cuando le vi salí corriendo y me abalancé sobre él besándole. Realmente le echaba más de menos de lo que yo creía...
-¿Qué tal princesa?
Adoraba que me llamara así. En cualquier otra persona me parecería cursi pero él lo maquillaba de cariño.
-Escapando...-Dije de mala gana.
-Pues yo te veo estupenda- Respondió insatisfecho con mi respuesta.
-¡Eso es ahora que te eh visto bobo!- Le expliqué sacándo la lengua.
Rió dulcemente, mostrando su sonrisa.
Cuando estaba con él todo era tan... "rosa". Generalmente odioaba el rosa pero él era especial.
-Vamos...-Me indicó.
Me subí en mi coche y el montó en su Honda, una moto que le habían regalado sus abuelos por sacarse la carrera.
Nunca sacabamos el tema pero Mark era huérfano y fue criado por los padres de su madre, a los que quería con locura.
El camino no era largo pero yo ya estaba cansada y me parecieron horas. Cuando al fin llegamos a casa me di cuenta de que no tenía las llaves: Me las haía dejado en la oficina.
-Dios...Hoy no es mi día.-mascullé.
Y era verdad, ese no era mi día pero lo peor estaba aún por llegar...

sábado, 25 de septiembre de 2010

1. "Sí, señor."


Corría diciembre del año 1987. Era una época feliz para mí, ¿por qué no iba a serlo? Era invierno, mi estación preferida. Y además, estaba pasando por unos momento muy buenos de mi vida. Había conocido a un chico hacía unos años y habíamos empezado una relación estable. Mark se llamaba. Era un chico estupendo, pero no demasiado perfecto, no me gustaban los chicos con una perfeccion extrema. Era alto, castaño y de ojos verdes. Tenía 24 años, uno menos que yo. Su inteligencia me asombraba cada día más, pues era un gran pensador y filósofo innato. Siempre encontraba soluciones para todo, y conseguía alegrarme el día. Eramos polos opuestos, él tan cálido y yo tan fría. Siempre le veía algo bueno a todo, sinembargo para mí cada cosa era negativa. Pero cuando estaba con él me sentía diferente, como ya he dicho su presencia me alegraba. Él significaba mucho, era especial. No como los demás. Y bueno, no sabría explicarlo pero puedo decir que hubiera dado mi vida por él, porque el mundo necesitaba personas como aquella y no podía permitir que muriera. Si tenía que ser él o yo indudablemente sería yo puesto que no aportaba nada al mundo. Mark siempre intentaba convencerme de lo maravillosa y singular que era pero yo no le creía, o no quería hacerlo. Las personas "singulares" destacan y yo no quería eso, odiaba destacar. No soportaba cómo las personas te miran cuando llamas la atención.

*9:00 AM.
Estaba durmiendo y derrepente algo húmedo entró en contacto con mi mejilla. Me desperté y vi que mi perro, Sidor, me estaba pasando la lengua por toda la cara.
- Maldito perro...-mascullé.- Debió de haberse quedado dentro anoche, cuando cerré la puerta...

Miré mi despertador y me quedé petrificada. ¿Por qué no había sonado? Seguramente me habría olvidado de ponerlo, no era la primera vez que me pasaba.
Rápidamente me levante y me puse lo primero que encontré. Luego me encajé mis zapatillas y me pasé las manos por el pelo para adecentarlo. Salí a la calle y el perro conmigo, cerré la puerta y me monté en mi Wolsvagen. Era un coche de segunda mano pero lo adoraba. Me lo había comprado mi padre cuando me saqué el carnet de conducir. De eso hacía ya unos años...

Yo vivía en la montaña, en una casa de estilo rústico, bastante grande para mi sola. Sidor era un pastor Garafiano, por lo tanto se quedaba fuera. Estaba bastante bien enseñado, era un perro educado y no ladraba a las visitas. Sin embargo protegía la casa que, al estar aislada, era objetivo de ladrones. El perro era grande, por lo tanto impresionaba. Sobre todo si te fijabas en sus enormes colmillos, pero era muy cariñoso.
Mark y yo aun no vivíamos juntos porque yo consideraba que era pronto. Él vivía en un piso en la ciudad, cosa que yo odiaba, por eso soliamos quedar en mi casa. A Mark le daba miedo Sidor, decía que nunca se sabe cómo podía actuar. Pero yo estaba segura de que no pasaría nada.


Llegué al lugar en el que trabajaba. Yo era secretaria de Jim Parker dueño de una gran empresa de hoteles de Los Ángeles. Jim era un hombre muy exigente con el trabajo y ambicioso. Lo más que deseaba era el dinero. Tenía mujer, pero yo no me explicaba cómo alguien podía amar a una persona como Jim.
-¿Qué horas son estas de llegar?- Me reprendió.- ¡Esto es un trabajo serio!
-Lo sé señor, pero es que el despertador no ha sonado y bueno, he venido lo antes posible- intenté explicarle.
-¡Sabes que no me valen tus malditas excusas! ¡Ponte a trabajar!
-Sí señor.- Dije arrepentida.

Tenía mucho papeleo que me había encargado Jim como castigo pero más tarde ese infierno habría terminado y Mark vendría a buscarme.