martes, 30 de agosto de 2011

11. "Buenos días, mundo."

Abrí los ojos y miré el despertador. Todavía faltaba una hora para que sonase pero me levanté, impaciente porque empezara aquel día.

Cogí un pantalón y una camiseta negros y me metí en el baño. Después de ducharme y vestirme salí al salón y miré por la ventana cómo nevaba. Era diciembre de 1989 y hacía u7n día precioso, la nieve lo cubría todo y los pájaros parecían cantar alegres. Un rayo de sol se colaba por entre dos nubes que estaban muy juntas: rozándose, queriéndose.

Hacía un mes que había empezado mi “rehabilitación” junto a Michael y la verdad es que me iba realmente bien. Michael era un gran pensador y conseguía que siempre entrara en razón y lo viera todo de otra manera, por muy tozuda que me pusiera. Mi carácter se había estropeado cuando pasó lo que pasó, se había cerrado. Michael había conseguido que fuera más dulce, no más inocente, pero sí que me abriera y no fuera tan desconfiada. Sin embargo no creo que pudiera cambiar mi forma de vestir, ya que me había acostumbrado al negro, y aunque a él no le gustara ahora ese era mi color. Lo que me había costado mucho era aprender a hablar, por llamarlo de alguna manera. Aprender a dar opiniones y expresar lo que siento y deseo. Después de haber pasado tanto tiempo sin hablar sobre mí misma era complicado hacerlo de un día para otro.

Ese día estaba contenta porque Michael me iba a llevar por primera vez a su casa: Neverland.

Admito de Michael me cautivaba al hablar así que la curiosidad me llevó a comprarme uno de sus CD’s, Thriller. Y me convertí en una adicta a ese néctar tan dulce que era su voz. No me parecía humano, realmente era como un ángel.

Me recogió en la puerta de mi casa y cuando nos bajamos del coche preguntó:

-¡Tachán! ¿Qué te parece?

-Oh, Michael. Esta portada es preciosa. –Bromee haciéndole ver que era absurdo preguntarme qué me parecía si ni siquiera había abierto la entrada.

-Idiota. –susurró sonriendo.

Entonces abrió la verja y, aunque sólo pude ver el jardín delantero, me quedé boquiabierta. Aquello era precioso, indescriptible. El lugar estaba inundado de pura inocencia.

-Ven. –Me arrastró por el brazo y llegamos a la puerta de la casa, pasando por entre el reloj gigante hecho con setos del patio. Tocó el timbre.

-Michael, esto es…

-Shhh –Me interrumpió- No digas nada.

Un mayordomo abrió y Michael me llevó corriendo al piso superior y entramos en una habitación que había sido preparada para la ocasión.

Había un montón de camas, todas pegadas entre sí. No cabría ni una más. Michael entró y empezó a saltar con mucha energía sobre las camas.

-He pensado que como bienvenida no estaría mal algo divertido. –Explicó.- ¿Te apetece una guerra de almohadas?

-Te advierto de que a guerra de almohadas no me gana ni Dios –Le dije antes de subirme a una cama y empezar a golpearle con un cojín.

Después de pegarle una verdadera paliza nos dejamos caer y descansamos hasta que nuestro pulso volvió a ser normal.

-Tenías razón. Nunca pensé que encontraría a alguien mejor que yo en esto. –Admitió riendo.

Me enseñó toda la casa. Y le llevó su tiempo porque aquel sitio era de todo menos pequeño. Me parecía fascinante, cualquier niño querría vivir allí y daría lo que fuera por hacerlo. No me voy a molestar en describirlo porque seguramente mucho de vosotros ya sabéis cómo es y me resultaría muy difícil. Sólo diré que a mí, que estuve allí, me producía una paz interior y un placer dulce que no he vuelto a sentir en ningún lugar. Aunque quizá era por la compañía…

-He dejado lo mejor para el final.

-¿Lo mejor? O sea, que hay algo mejor que todo esto. –Dije abriendo los brazos.

-Sí, y te va a encantar. –Dijo sonriendo.

Corrimos hasta un cochecito y Michael arrancó. Nunca me lo imaginé conduciendo… Pero era realmente divertido.

Cuando llegamos y paró el coche comprendí por qué era lo mejor. No me moví del coche hasta que noté que Michael tiraba de mi brazo para que me bajara, como había hecho durante todo el día. Parecía un niño con zapatos nuevos, estaba encantado de que estuviera allí viendo todo su mundo y yo estaba encantada de verlo. No pensé que una persona pudiera tener un mundo tan grande en su propia casa. Todo lo que había visto era sensacional, pero aquello…

1 comentario:

  1. Neverland... Dios, NEVERLAND *_*
    Que suerte la suya, una guerra de almohadas con Michael ^O^
    Que será "aquello"??

    PD: "Y me convertí en una adicta a ese néctar tan dulce que era su voz. No me parecía humano, realmente era como un ángel" Me he enamorado de esa frase :3

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