martes, 13 de septiembre de 2011

13. "No puedo decir adiós."

-¿Recuerdas esa expresión que te gusta tanto? La de que te sientes como una extraña en Moscú. –Preguntó Michael sin moverse.

-Claro, sabes que me encanta esa expresión. Me recuerda a un viejo amigo… Uno de la infancia.

-Ya, lo sé.

-¿Te acuerdas de la primera vez que te la dije? –Le interrumpí sonriendo levemente, sin llegar a reír ya que había sido en el hospital y bueno, aunque ya no sufriera por su pérdida seguía recordando a Mark. –Te quedaste helado. Creí que no me habías entendido.

-Ajá… De eso era de lo que quería hablar. ¿Recuerdas ese amigo tuyo que lo decía? Del que te alejaron porque era una mala influencia para ti…

¿Le había contado yo eso? No lo recordaba.

-Claro, estoy casi segura de que fue mi primer amor. Aunque sólo éramos unos enanos. –Reí y suspiré.

-Soy yo.

-¿Qué? No me tomes el pelo Michael, es imposible –Reí de nuevo. –Además, aquel niño se llamaba Joseph.

-Me llamo Michael Joseph Jackson. De pequeño mi padre tenía la manía de llamarme por mi segundo nombre.

No, espera. Tenía que pensarlo. Era imposible, joder….

-No te creo. –Dije con los ojos vidriosos al tiempo que me levantaba de la hierba.

-¿Qué? –Dijo incrédulo. A juzgar por la expresión de sus ojos esperaba que le creyera. -¿Por qué iba a mentirte en algo así? Sé lo importante que es para ti y te quiero. Me parece increíble que pienses que podría mentirte. –Estaba enfadado, casi tanto como cuando la prensa mentía sobre él.

Se levantó y se fue antes de que pudiera dar un paso. Me dejó sola en medio de la oscuridad y tuve que intentar buscar el camino de vuelta a la mansión de Michael… Pero no lo encontré. Caminé durante lo que calculo que sería una hora y me caí. Tropecé con algo y rodé por una ladera. También es mala suerte… Quedé inconsciente y no recuerdo nada más hasta que desperté en el hospital.

*Michael.

Estaba dolido. No me podía creer que Sheila pensara que todo aquello era mentira. ¿Es que no lo veía? Era tan obvio… Me fui y la dejé allí sola. No me di cuenta de que era estúpido dejarla en medio de la nada por noche. Por mucho que me hubieran ofendido sus dudas la seguía queriendo y podía pasarle cualquier cosa…

Después de hora y media reaccioné y decidí salir a buscarla.

-Harry, coge unas linternas. –Le dije a mi mayordomo. Aunque no me gusta llamarlo así…

Me recorrí todo el parque y los alrededores gritando su nombre a pleno pulmón. Incluso por un momento perdí la esperanza de encontrarla… Entonces la llamé al móvil. No lo cogía, estaba poniéndome nervioso.

-Señor, creo que deberíamos volver a casa. Se está…

-Shhhh. –Interrumpí a mi acompañante. -¿Has oído eso?

-¿Oír qué?

-Me ha parecido oír un teléfono.

Avancé unos pasos intentando reconocer de dónde venía el sonido, haciendo el menor ruido posible y llegué hasta una ladera, el final de mi terreno. Alumbré hacia abajo con la linterna y la vi. Su cuerpo estaba tendido en la tierra del suelo, s eme inundaron los ojos de lágrimas.

-¡Sheila, Sheila! –Grité mientras me tiraba por la ladera para caer a su lado y zarandearle. –Harry, llama a una ambulancia ahora mismo.

La cogí como si fuera un bebé, sólo que su rostro no mostraba la paz de un niño durmiendo… Más bien parecía tener pesadillas.

Esperé impaciente y con el corazón en un puño hasta que llegó la ambulancia y luego fui con ella hasta el hospital, agarrándole de la mano en todo momento.

1 comentario:

  1. LO SABÍAAAAAAAAAAAAAAAA

    Recuerdas que te dije que me imaginaba lo que le iba a contar?? Acerte!! :D

    En fin xD

    Que mala suerte tiene la chavala, joder. Aunque como para no perderse en Neverland ._.

    A que está recordando cosas?? Bueno, no sé xD

    Siguelo a ver que pasa!!

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