miércoles, 3 de noviembre de 2010

9. "Dos largos años".

Dejé la nota en la mesa y cogí el teléfono con miedo a lo que pudiera encontrar en la otra línea. Era mi madre que, muy disgustada a la vez que enfadada, me pedía una explicación por lo sucedido. Ovbiamente discutimos, ella me dijo que aunque acabaran de darme una noticia tan terrible como era la muerte de Mark no tenía derecho a comportarme así, y yo le dije que me dejara en paz, que era mayorcita. Cuando nuestra pequeña pelea acabó yo ya estaba llorardo y alcolgar desconecté el teléfono para que nadie más me molestara. Con todo aquello me olvidé de la nota y se quedó allí, encima de la mesa, mientras yo me duchaba y me ponía un pijama, aunque fueran las doce del mediodía. No tenía hambre, todo aquello me había quitado el apetito, así que me senté en el sofá y encendí el televisor. Lo miro, pero no lo veo, pensaba en otras cosas, en demasiadas a la vez. Al rato me quedé dormida y cuando me desperté miré el reloj que reposaba apoyado el una de las paredes de mi salón y vi que eran las cinco de la tarde. Aún seguía cansada pero me levanté para ir a baño y me detuvé al ver el sobre amarillo con mi nombre que descansaba encima de la misma mesa con el mismo jarrón lleno de las mismas flores, un ramo preparado por alguien. Abrí el sobre y dentro encontré una nota escrita por Michael. En ella decía que había sido él quién se había ocupado de cuidar las plantas y de alimentar a Sidor. Que me visitaría para ver cómo estaba y que lo sentía mucho.

No quería que me visitara, ni que lol sintiera. Con rabia tiré la nota y entré en el baño. Cuando salí de este volví al salón y me sienté de nuevo en el sillón, apagué la televisión y miré directamente a la pared color vainilla para echarme a llorar de una forma desconsolada.

A partir de ese día mi mundo se fue rompiendo más cada minuto que pasaba. Lloraba a todas horas, no salía de casa y apenas comía. Pasaba los días deambulando, como si fuera un zombie, con los ojos hechos un mar de lágrimas. La bata de invierno se había convertido en mi uniforme, incluso en verano, y la tristeza en mi teoría de la vida. Parecía un saco de huesos y mis ojeras decían lo poco que dormía. Intenté suicidarme muchas veces pero Michael siempre llegaba en el momento justo para detenerme, como si supiera cuándo lo iba a hacer. Yo le trataba con desprecio porque quería morir, sólo eso, porque ya no tenía una razón para vivir. Y a él le afectaba mucho mi estado, lloraba por mí y siempre intentaba ayudarme en todo. Sé que lo pasó muy mal por sus ojos, llorosos y cansados. La alegría que según Mark le caracterizaba había desaparecido, y todo por mi culpa. Pero no lo entendía, ¿por qué le afectaba tanto? Hacía poco que nos conociamos y se preocupaba más por mí que el orgulloso de mi padre, el cual no había querido saber nada de cómo estaba después de lo ocurrido en el hospital. Sin embargo, Michael y mi madre, ambos por separado, me visitaban amenudo y me preparaban comidas que yo tiraba a la basura en cuanto ellos salían por la puerta.

Así pasé dos largos años, hasta ya casi ni recordar por qué sufría tanto. Pensé, pensé mucho y caí en algunas conclusiones, como en la de que no podía estar lamentandome toda la vida. Estaba segura de que a Mark no le hubiera gustado verme así, que hubiera hecho todo lo posible porque estuviera bien, como lo había hecho Michael. Pero tan pronto como lo pensaba dejaba de cobrar sentido, no podía deja de sufrir por un trozo de mi vida.

Entonces mi mente se fue por las ramas y empecé a visualizar a Michael, y a darme cuenta de cosas que antes ni se me hubieran pasado por la cabeza. De cosas por las que me odiaría toda la vida, cosas muy familiares. Y no, no estaba enamorada de aquel ángel de la guarda.






Ya sé que el capítulo es corto... Lo siento, pero el próximo será más largo ;) Ya os dije que no podría escribir muy seguido y siento no haber subido sino uno en todo el puente.

Gracias a los que leen y comentan, de verdad. Muchos besos, Sheila.

sábado, 30 de octubre de 2010

8. "Es mi desición."



Michael volvió a entrar, esta vez seguido de mis padres. Se veían distantes entre ellos como si no quisieran tener nada que ver uno con otro.
Mi madre se abalanzó a mis brazos como una histérica, y mi padre me besó la frente. No lloré porque no les echaba de menos, porque me daba igual que hubieran venido. En aquel momento solo importaba Mark, nada más. Michael observaba la escena desde una esquina de la habitación, con los ojos irritados por el llanto, y yo me preguntaba por qué mis padres no estaban alucinando al ver que una estrella del pop se había encargado de su hija. Pero tampoco le di muchas vueltas, supuse que eran cosas de padres...
No voy a explicar el momento porque creo que os lo imaginaréis: Mi madre preguntándome todo el rato cómo estaba, mi padre contándome cosas sobre la familia, Michael inmóvil en la misma esquina y yo... Yo me iba a morir de desesperación. Sólo quería estar sola y creo que Jackson notaba eso. Lo que más me llamó la atención fue que en varias ocasiones mi padre miró desafiante a Michael y este sólo pudo sostenerle la mirada. Eso me extrañó muchísimo pero tampoco le di importancia, mi mente estaba en otro sitio.
-Sheila, nos podemos ir cuando quieras... Yo te esperaré en la limusina.- Dijo Michael interrumpiendo a algo que decía mi padre.
-¿Qué? No, perdón pero mi hija no ira contigo. Nosotros la llevaremos a su casa.- Respondió mi padre alterado.
-¿Qué? ¿vas a estar esperando en la limusina hasta que baje?- Ignoré el comentario de papá.
-¿Es que no me has oído? Tú te vienes con nosotros.
-Papá creo que soy mayorcita para decidir con quién voy y con quién no. Y tú no pintas nada en esa desición. -Quería guardar la calma pero entre los acontecimientos de días anteriores y que mi padre siempre conseguía sacarme de mis casillas...
-Chicos, por favor... -Mi madre con su absurda sensiblería ya había empezado a llorar por la discusión.
Mi padre parecía indignado pero yo me levanté y salí por la puerta arrastrando a Michael por un brazo. En dirección me dieron mi ropa, me cambié y firmamos los papeles necesarios.
-Lo que has hecho no ha estado bien.- dijo Jackson mientras arrancaba la limusina.
-Me da igual... Quiero ir a casa.
-No puedes tratar así a tu padre sólo porque la niña caprichosa quiera irse a casa.- Michael parecía enojado.
¿Niña caprichosa? Quise decirle mil cosas pero me faltaban las fuerzas y opté por el silencio.
-¿No has visto cómo te miraba mi padre? ¿Ni cómo te ha hablado? Como si te conociera de toda la vida.
Michael no dijo nada, se limitó a mirar por la ventana. Le di mi dirección al conductor y él me llevó hasta mi casa. Cuando me bajé del coche entré en casa sin mirar siquiera la limusina, sin despedirme. No acaricié a Sidor, no le saludé después de tanto tiempo, ni me preocupé por quién se había encargado de él. Sólo entré y vi la nota que había en la mesa del comedor. Cuando la estaba abriendo sonó el teléfono...

lunes, 11 de octubre de 2010

7. "Incómoda sensación."


Otro sueño. Me desperté empapada en sudor y de un salto bajé de la cama. Había vuelto a soñar con Mark y no fue diferente a las demás veces. Cada noche revivía un poco más del accidente, y no me resultaba agradable ya que aún no sabía nada de “mi acompañante”. Esa tarde se suponía que tenía que tenía que venir Michael y decirme lo que había descubierto, pero se adelantó.
El día anterior tuve que volverle a explicar el modo en que me sentía y al oír por segunda vez la expresión “Una extraña en Moscú”, se despidió y se fue pálido como las paredes de la habitación. Creo que eso fue lo que hizo que prefiriera averiguar el estado de Mark por la mañana y no por la tarde. Cuanto antes mejor.
Miré el reloj, eran las 10:30 de la mañana. Eso quería decir que había dormido un montón puesto que me había acostado nada más irse Michael. Me imagino que la enfermera se dio cuenta de que no dormía bien y me suministró morfina.
-¿Sheila? – Vi como entraba Michael.- ¿Estás despierta?
Extrañamente me desveló su tono suave. Sabía que traía la información.
-Sí, más que eso. ¿Qué has averiguado?- Dije abriendo los ojos.
-Tranquila pequeña. ¿Has dormido bien?
“¿Pequeña?” Me sonaba. ¿Quién me llamaba así? Seguramente sería mi padre, él utilizaba apodos como pequeña o princesa.
-Más o menos. He vuelto a tener una pesadilla.- Parecía que en una semana se había acostumbrado a mis pesadillas como si las conociera de toda la vida.- ¿Y bien?
Estaba muy raro, como si no hubiera dormido en toda la noche. Miré sus manos me di cuenta de que tenía unas pequeñas manchas. ¿Vitíligo? No me lo había contado, pero no iba asacar el tema. Quizá le molestaba, además, eso desviaría la conversación.
-Sheila, como ya habrás imaginado no traigo buenas noticias…
No, no me lo había imaginado. Veía más posible que estuviera mal por asuntos familiares que trajera malas noticias. El aire estaba tenso, frío e incluso cortante, y mi cara era un interrogante.
-He hecho lo que me has pedido, he preguntado por él y bueno… -Parecía no saber cómo decirlo, buscaba las palabras en las paredes, como si allí esperara encontrar realmente una respuesta. – Me han dicho que después de pasar cinco días en coma ha muerto. Ayer por la noche.
Empezó a llorar, más por tener que contármelo él que por el hecho en sí. Yo estaba paralizada y en milésimas de segundo pensé que mientras hablaba tranquilamente con Michael, mi novio moría. El corazón que había hecho de mí la persona en la que me convertí, dejaba de latir. Y el ser que más quería en el mundo, el que me dio la verdadera vida dejaba esta vida.
Entonces yo también lloré. Lloré con mi alma, como no lo había hecho nunca. Lloré por cada segundo. Pero lloraba gritando, con rabia. ¿Por qué no me habían dicho nada? Los odié por eso, y los odiaría toda mi vida.
Michael intentó darme la mano pero yo la aparté bruscamente y me levanté, dispuesta a salir de allí y plantarme delante de quien fuera para pedir una explicación. Un por qué lleno de lágrimas.
Ya en la puerta, con la mano en el pomo, Michael me detuvo.
-¿Qué haces? Déjame en paz. –Le dije intentando zafarme de él.
-Sheila, tranquilízate ¿quieres?
-¿Que me tranquilice? – Contesté gritando.- ¡Tú no has perdido a la persona que amas! Déjame salir.
-¿Y qué pretendes hacer cuando salgas?
Parecía dolido, quizá por mi comentario pero tenía razón. No lo sabía. Guardé silencio y dejé que me llevara a la cama.
-Sheila, me han dicho que estás bien y que puedes irte. Yo puedo llevarte a tu casa si quieres.- Me ofreció secándose las lágrimas.
-Si…- Respondí en shock. No pensaba lo que decía, ni siquiera le había escuchado.
Tocaron la puerta y Michael fue a abrir dedicándome una mirada tranquilizadora.




NOTA: Siento mucho la tardanza, pero mucho eh! Gracias a los que comentáis y a los que no lo hagan y lean la novela que comenten, por favor. Porque me gusta que comentéis y también quiero saber si os gusta o no y si hay algo que os disguste, etc. Bueno, lo típico. Que gracias por seguir y que no se me da muy bien dejar intriga u_u' Pero, ¿habrá algo que se me de bien? xD Besos, Sheila.

domingo, 3 de octubre de 2010

6. ¡¿MICHAEL JACKSON?!


Los días siguientes fueron normales. Todo lo normales que pueden ser cuando tu novio y tú habéis tenido un accidente y no sabes nada de él. Aquel chico no volvió ha aparecer, y mientras yo preguntaba a cada enfermera que entraba en mi habitación que cómo estaba Mark. Nadie respondía. Empecé a pensar que quizá era un sueño, que no era real. o que todos estaba contra mí, que tenían algo que ocultarme y que el chico del otro día era uno de ellos.
Ya podía caminar y valerme por mí misma pero no me dejaban salir de la habitación. Lo tenía prohibido y mi puerta siempre estaba cerrada.
Me levanté para entrar en el baño de la estancia y tomar una ducha. Tenía que quitarme todas aquellas ideas estúpidas de la cabeza. Me duché tranquilamente y con agua caliente, necesitaba relajarme. Cuando terminé salí y me acerqué a la ventana aunque, como ya había averiguado, el chico tenía razón: No había más que camiones por todos lados. Pero era agradable sentir el viento bailando entre mi pelo húmedo.
Estaba mal. La impotencia me mataba, el no saber nada de Mark y no poder salir de allí era abrumador. En mi mente llovía, como aquella tarde. Y quería hablarle de todo aquello a alguien, desahogarme y contarle el dolor tan intenso que se apoderaba de mí. En los últimos días había llorado mucho y me escocían los ojos.
En ese momento salí de mis pensamientos: alguien intentaba abrir la puerta.
-¿Quién es?- Pregunté estrañada de que no supieran que había que coger la llave.
-Soy yo.
¿Yo? Creí reconocer la voz, era la misma del otro día.
-Tienes que pedir la llave para entrar, me tienen encerrada.- Dije mirando hacia la puerta.
No se oyó nada más hasta que aquel chico abrió la puerta con la llave y entró.
-¿Por qué te tienen encerrada?
-Creen que puedo escapar a buscar a Mark.
-¿Tu novio?
-Si. Aún no sé nada de él, nadie me dice dónde ni cómo está.-Dije apenada.
-¿Podría hacer algo yo?
"¡Bingo!"
-¡Sí! Eso te quería pedir el otro día. Tienes que ayudarme, he pensado que como eres conocido aquí y eso pues podrías averiguar algo sobre él.
-Claro que sí, eso es fácil. Pero debes esperar a mañana. La recepcionista que está de tarde me odia, no como la de mañana. Ella me adora y seguro que me dará la información que yo desee.
Me pareció bien, supuse que podría esperar a mañana.
-¡Oye! Necesito saber cómo te llamas.-Dije recordándo que no le había preguntado su nombre.
-Bueno, yo soy Michael Jackson.-respondió con dificultad- ¿No lo sabías?- Se extrañó. Pero su extraño era mas bien de decepción.
-¿¡Michael Jackson!?
Estab aalucinada. ¿Cómo no había caído antes? Por eso siempre estaba en aquel hospital para ver a los niños y donar dinero. Mark me había dicho que hacía muchas obras de caridad y que le encantaba ayudar a los demás. Yo no entendía cómo podía saber aquello si no le conocía, pero unos días antes me había dado cuenta cuando se ofrecíó a visitarme.
-¡Dios! Cuando Mark te vea se va a poner loco de contento.-Dije con una inmensa sonrisa. La primera en muchos días.
Ya no me parecía tan bien tener que esperar a mañana, quería ver la cara de Mark cuando viera al señor Jackson.
-¿Por qué lo dices?- Esta vez su extraño era más falso. Creo que sabía perfectamente por qué.
-Él es fan tuyo desde que era niño. Siempre te ha seguido, y ha comprado unas entradas para tu concierto en Los Ángeles.
-Veo que tú no eres tan fan como él.-Dijo sonriente.
-Pues no.- Reí. - La verdad es que la música no me va mucho y que no sé nada de ti. Ni te he reconocido, cualquier otro hubiera sabido quien eras desde el primer momento. Yo he necesitado que me lo dijeras.
-Que extraño. ¿Tú no ves la televisión? Estoy en todos los medios.
En ese momento me pareció un poco egocéntrico. Pero lo pasé por alto, no podía juzgarle sin conocerle...
- Ni he tocado los sudokus que me trajistes- Cambié de tema mirando la mesita de noche.
-¿Cómo es tu nombre?- Preguntó suave y comprensivo.
-Sheila.
-Sheila, ¿qué te pasa? ¿Por qué has estado llorando?
¿Cómo lo había sabido? Mis ojos, ellos me delataban. Le miré inocente, no sabía si contárselo.
-Me siento continuamente como una estraña en Moscú.- Dije con una voz leve.
Michael se quedó de piedra. Temí que no lo hubiera entendido, pero su espresión mostraba un asombro enorme. Aún así se lo expliqué.
-Un estraña en Moscú es una espresión que utilizaba un amigo mío de pequeña. Fue mi mejor amigo mucho tiempo pero nos obligaron a separarnos. Mi madre decía que no debía de estar con él, que me haría mal. Pero yo no lo entendía, era un chico magnífico. Me atrevería a decir que fue mi primer amor.- Dije sincera.-Él tenía 10 años y yo 5.
Aquel hombre ni se movía.
-Señor Jackson, ¿está usted bien? ¿Lo ha entendido?-Pregunté asustada.
-Sí, tranquila. ¿Y dices que te llamas Sheila?-Dijo pálido.

jueves, 30 de septiembre de 2010

5. "Completo desconocido y lágrimas de cristal"


-Hola...- Dijo tímidamente una voz masculina que no reconocí.
Inevitablemente aparté mis manos de la cara. ¿Quién era aquel hombre?
-Hola.- Contesté firme en mi respuesta.
-Siento la intrusión, pero he oído un llanto y quería saber si estabas bien.
-Si, no se preocupe.-Dije intentando retener las lágrimas.- Esque soy muy sensible.
-¿Ha recibido una mala noticia?
-No. Ese es el problema, no me dicen nada y esto muy preocupada.
De pronto me di cuenta de que le estaba contando mis preocupaciones a un completo deconocido, y que eso no habría pasado nunca si no hubiera conocido a Mark. Él me había dado esa confianza que me falataba. Al pensar en eso volví a llorar.
-Por favor no llores así... Se me parte el alma ver a alguien llorar de esa manera.
Casi no le escuché, lo dijo débilmente y mi llanto no me dejaba oir nada. Me dió un abrazo. Era un desconocido y hoy en día pienso y me pregunto por qué lo hizo, sin embargo en ese momento lo necesitaba más que nada y por lo tanto lo acepté.
Cuando conseguí calmarme me separé de él y vi que tenía los ojos llorosos. ¿Por qué lloraba? No se lo pregunté, temía dañarle.
-¿Por qué estás aquí?- Preguntó virando la cara para que no viera sus lágrimas de cristal.
-Yo y mi novio hemos tenído un accidente- Respondí bajando la mirada y pensando de nuevo en él.
-Oh dios, es terrible ¿Y cómo está?
-No lo sé... no me dejan verle y no me dicen nada.- Le conté con impotencia.
El chico no dijo nada, no había nada que decir.
-Y ¿tú por qué estás aquí?- Quise cambiar de tema.
-Pues estoy haciendo unas donaciones y bueno, suelo venir a ver a los niños de este hospital.
-Oh, eso es precioso.
-Bueno, lo hago por ellos.
-Si vienes amenudo como dices, tendrás influencia sobre el hospital ¿no?- Pregunté.
-Yo no lo llamaría influencia, pero conozco a todo el personal. Son muy simpáticos. Creo que los niños de este hospital están en buenas manos.
Me limité a asentir y a mirar hacia la ventana.
-Oye, ¿me ayudarías a levantar por favor? Quiero ver qué hay fuera.
-Supongo que podría, pero no verías nada...
-¿Cómo que no?- Pregunté estrañada.
-No hay más que camiones. El hospital está en obras y justo en ese lado está todo el material.
-lástima, me hubiera gustado mucho ver algún paisaje. Me ayuda a pensar.
-Espera aquí- Dijo saliendo por la puerta a toda velocidad.
Era un chico simpático, me pareció buena persona. Y había logrado que me calmara y me distrajera por unos momentos.
No pordría describirlo físicamente, no me había fijado. No estaba para esas tonterías.
Mientras esperaba a que volviera me pregunté cuánto tiempo tendría que estar allí. ¿Cuánto sin ver a Mark? Sólo esperaba que si era mucho puediera estar con él o que aquel chico me hiciera compañía, ya que iba tanto al hospital... "¡Claro!" Se me ocurrió una idea. Pero no iba acontarla así como así, esperaría el momento adecuado.
"Ese chico..." Tenía que preguntarle su nombre.
Se abrió la puerta y por ella apareció la última persona que había salido, pero esta vez traía una bolsa en las manos.
-¿Qué llevas ahí?- Pregunté sorprendida.
-¿No decías que querías algo que te ayudara a pensar?- Dijo con una sonrisa traviesa.
-No, yo lo que dije fue...
-Shh!- Me interrumpió.
Consiguió que sonriera, pero no me olvidaría de Mark y mi plan.
Abrió la bolsa y sacó un libro y un cuaderno. También había traído libros de ejercicios mentales.
-¿Me ves cara de necesitar esto?- Bromeé con el libro en la mano.
-Siempre vienen bien- Dijo guiñando un ojo.
Sacó varias cosas más y las extendió por toda la cama.
-No sé hacer Sudokus- Dije al ver los que había traido.
-¡Claro que sabes! Todo el mundo sabe.- Le miré arqueando las cejas y añadió: Pero te puedo ayudar...
-¿Ayudarme? ¿Cómo?
-Pues bueno, he pensado que como vengo seguido y tú estás aquí y me caes tan bien... -Decía sonriente- Pues que podría visitarte.
Aquello me hizo recordar que debía preguntarle su nombre .
-Me parece estúpendo. oye, me gustaría preguntarte algo...
-¡Oh dios mío! es tardísimo. Tengo que irme. Lo siento.- Dijo mirándo el reloj y fue hacia la puerta.- Si necesitaras cualquier cosa, avisame ¡eh!
-Pues la verdad es que...
-¿Podría ser mañana?-Parecía desesperado.
-De acuerdo...-Dije mientras se iba corriendo.
¿Quién sería aquel hombre?

martes, 28 de septiembre de 2010

4. "¿Dónde está Mark?"


Cuando salimos el día seguía tan radiante como lo había estado una horas antes.
Llevabamos quince minutos de trayecto y yo estaba ansiosa por ver aquel lugar tan maravilloso. De repente empezó a llover a cántaros, ¿cómo era posible? Hacía cinco minutos el sol brillaba en su pleno espendor, y las predicciones decían que el día se mantendría en esa línea.
Normalmente me encantaba la lluvia, mucho más que el sol. Pero ese día no me iba a hacer ninguna gracia que lloviera de aquella manera.
Sin darme cuenta Mark perdió el control de la moto y se fue por el carril contrario. Venía un camión hacia nosotros y lo único que recuerdo ver fueron las luces de sus faros acercándose. Supongo que quedé inconciente. Cuando desperté estaba en un hospital, había una enfermera en mi habitación.
-¡Buenos días!- Dijo alegremente al ver que estaba despierta.- Lleva durmiendo desde que llegó. Son las diez de la mañana.
- ¿Qué ha pasado?- Pregunté nerviosa mientras buscaba a Mark con la mirada.
-Usted y el chico que le acompañaba habéis tenido un grave accidente. Menos mal que el señor con el que impactastéis llamó a tiempo... Supongo que perdistéis el control de la moto en la que ibaís, con esta lluvia...
"¿Grave accidente?" Pensé.
-¿Dónde está Mark?- Pregunté asustada mientras e intentaba levantar.
-No se preocupe.- Decía deteniéndome y empujando mi cuerpo hacia la cama. -Su compañero está bien. Pero usted debe relajarse y descansar, ha recibido un fuerte golpe. Supongo que tendrá hambre, enseguida le traerán el desayuno.
No dije nada, estaba muy preocupada por Mark. "¿por qué no me dejan ir a verlo?" Me preguntaba cuando la enfermera salía de la habitación.
Quise levantarme varias veces, pero era incapaz y aunque quisiera ir a mirar por la ventana, mi cuerpo estaba demasiado débil. Si yo estaba en aquel estado no quería imaginar cómo estaba Mark: él iba conduciendo, y por lo tanto recibió el impacto de lleno. Quería no pensar en eso, pero me resultaba imposible. Si a "mi compañero", como la enfermera lo había llamado, le ocurría cualquier cosa mi mundo se desmoronaría. Él había creado aquel lugar feliz en mi alma y si él no estuviera ese rincón especial desaparecería.
Estando aún absorta en mis pensamientos, entró otra enfermera con un carrito en el que llevaba el desayuno.
-¿Cuándo podré ver a Mark?- Pregunté impaciente.
-No lo sé.- Respondió mientras dejaba el carrito junto a la cama.
-Eso ya me lo han dicho antes. Quiero una respuesta razonable, tengo que verle.- Dije en tono desafiante.
Me estaban sacando de mis casillas, ¿no se daban cuenta de que verlo era una necesidad?
-Lo siento, pero de momento es imposible.
Se marchó por la misma puerta por la que las demás enfermeras lo habían hecho.
Inevitablemente empecé a llorar con la cara empotrada en mis manos. Preguntándome qué había pasado exactamente y cómo estaba Mark. Mi yo interior sentía que se mepezaba a romper en mil pedazos, todo sin saber por qué.
Estube largo rato intentadno tranquilizarme pero cada vez que pensaba que el mar de lágrimas había acabado, otro pensamiento desagradable volvía a torturarme y de nuevo, empezaba a llorar. Me sentí como antes de conocer a Mark, que me pasaba llorando día y noche. Quizá esos momento de felicidad sólo eran un paréntesis en mi vida.
De pronto oí abrirse la puerta. No me importó, no me moví. Sería otra enfermera...

domingo, 26 de septiembre de 2010

3. "Yo por si las moscas..."


-¿Qué pasa?- Preguntó Mark preocupado.
-Pues... me he dejados las llaves en la oficina.- Le respondí decepcionada de mí misma.
-Bueno, no pasa nada. Las iremos a buscar y listo.-Dijo con su particular alegría. Parecía no afectarle nada.
Decidimos ir en su moto, pues hacía un día precioso.
Cuando tuvimos las llaves y estuvimos dentro me acordé de Sidor y supuse que estba dando un paseo, como acostumbraba a hacer. Nos servimos dos platos de pasta y al fin almorzamos en paz. Tarde pero en paz.
-Sheila, ¿conoces a Michael Jackson?- me preguntó repentinamente.
-Bueno, ya sabes que no ma va mucho la música pero creo que he oído hablar de él en las noticias. -Respondí indiferente- ¿Po qué lo preguntas?
-Pues, ya sabes que es mi cantante favorito y...
-¡Cierto! Recuerdo que me contastes algo de eso.- le interrumpí.
-...Y bueno, -continuó- En unas semanas dará un concierto aquí, en Los Ángeles, por su Bad World Tour. Y me preguntaba si te gustaría venir conmigo.
-¿Ya has comprado las entradas verdad?
-Pues sí...-Respondió con culpabilidad.
-¡Lo sabía! -me reí- Pues qué remedio. Si hay que ir se va y no pasa nada. -Dije sonriente, algo raro en mí.
Era extraño que él, siendo huerfano, se comportara de una forma tan alegre y yo, que tenía una vida llena de felicidad, sin una sola mancha, fuera tan oscura. Aunque realmente ya no lo era tanto. Después de que estaba con Mark mi vida se había convirtiendo en una arco iris, cada vez de más colores. Él me había llevado por un camino desconocido, pero amaba ese camino tan..."rosa". Y no porque fuera "rosa" sino porque él lo había pintado con sus propias manos.

De pronto apareció Sidory Mark, asustado, se levantó de la mesa para ponerse a mi lado y utilizarme como escudo.
- ¡No seas idiota! -Dije a carcajadas- Pareces un niño pequeño. ¡Ya sabes que no hace nada!
- Bueno, yo por si las moscas... -Dijo asustado.
Me levanté.
- ¿Adónde vas? -preguntó.
- Pues a darle de comer. Es un ser vivo ¿sabes? -Dije con una ligera risa.
Le puse su comida en el cuenco que estaba fuera de la casa, justo al lado de la puerta de entrada, e inmediatamente se dirigió hacia allí.
Mark y yo fuimos al salón a descansar un poco y me contó que me tenía una sorpresa. Que quería llevarme a un lugar, puesto que hacía un día tan bonito, y que me iba a encantar. Me entró curiosidad (la verdad) y quise saber adónde pensaba llevarme, pero él se negó rotundamente a decírmelo.
A las 17:00 PM nos dispusimos a salir en su moto.
¿Cómo ibamos a saber nosotros que empezaría a llover de aquella manera?

2. "Dios...Hoy no es mi día."


Mi horario era de 7:30 AM a 13:30 PM pero ese día había llegado con dos horas de retraso, por lo tanto tendría que salir a las 15:30 PM para compensar. Había quedado para comer con Mark así que le llamé para decirle que no podía ser, sinembargo él insistió.
-Mark, lo siento pero tengo que quedarme hasrta más tarde porque he llegado con retraso. Por lo tanto no podremos almorzar...
-¿Hasta cuando te quedas?- Preguntó pensativo.
-Hasta las tres y media. Pero podemos cenar juntos.
-¡¿Hasta las tres y media?! Sheila, ¿te has vuelto a dormir?

-Sí, otra vez... Soy un desastre- dije entre risas.
-¡Ya lo creo!- dijo él riendo también- Pero no importa, podemos almorzar tarde.
Pensé en lo linda que sonaba su voz, tan alegre...
-Entonces ¿quedamos en la puerta a las 15:30?
-Si, claro- respondió feliz.
-Bueno me tengo que ir. Jim se está acercando y si me ve hablando por telefóno después de haber llegado tarde esta mañana, me matará.- Dije con tono preocupado a la vez que cómico.
-¡Adiós! Oye, no deberías dejar que te tratase así, tú vales más.-Contestó serio. Su dulce tono había desaparecido.
-¡Deja eso ya!- Le dije un poco molesta- Adiós, ¡te quiero!
-Te quiero.- se despedía al colgar.
Mark y yo no queríamos retrasar la cita porque nos echabamos de menos. No nos veíamos desde hacía 5 días puesto que los dos estabamos ocupados con nuestros trabajos. Mark había estudiado arquitectura y empezado a trabajar hacía poco tiempo.
Cuando por fin llegó la hora de salir estaba cansada de ver y escuchar a mi maldito jefe, y el aire de las calles fue una bendición. Mark me esperaba en un banco del parque infantil. Justo en frente de mi edificio. Cuando le vi salí corriendo y me abalancé sobre él besándole. Realmente le echaba más de menos de lo que yo creía...
-¿Qué tal princesa?
Adoraba que me llamara así. En cualquier otra persona me parecería cursi pero él lo maquillaba de cariño.
-Escapando...-Dije de mala gana.
-Pues yo te veo estupenda- Respondió insatisfecho con mi respuesta.
-¡Eso es ahora que te eh visto bobo!- Le expliqué sacándo la lengua.
Rió dulcemente, mostrando su sonrisa.
Cuando estaba con él todo era tan... "rosa". Generalmente odioaba el rosa pero él era especial.
-Vamos...-Me indicó.
Me subí en mi coche y el montó en su Honda, una moto que le habían regalado sus abuelos por sacarse la carrera.
Nunca sacabamos el tema pero Mark era huérfano y fue criado por los padres de su madre, a los que quería con locura.
El camino no era largo pero yo ya estaba cansada y me parecieron horas. Cuando al fin llegamos a casa me di cuenta de que no tenía las llaves: Me las haía dejado en la oficina.
-Dios...Hoy no es mi día.-mascullé.
Y era verdad, ese no era mi día pero lo peor estaba aún por llegar...

sábado, 25 de septiembre de 2010

1. "Sí, señor."


Corría diciembre del año 1987. Era una época feliz para mí, ¿por qué no iba a serlo? Era invierno, mi estación preferida. Y además, estaba pasando por unos momento muy buenos de mi vida. Había conocido a un chico hacía unos años y habíamos empezado una relación estable. Mark se llamaba. Era un chico estupendo, pero no demasiado perfecto, no me gustaban los chicos con una perfeccion extrema. Era alto, castaño y de ojos verdes. Tenía 24 años, uno menos que yo. Su inteligencia me asombraba cada día más, pues era un gran pensador y filósofo innato. Siempre encontraba soluciones para todo, y conseguía alegrarme el día. Eramos polos opuestos, él tan cálido y yo tan fría. Siempre le veía algo bueno a todo, sinembargo para mí cada cosa era negativa. Pero cuando estaba con él me sentía diferente, como ya he dicho su presencia me alegraba. Él significaba mucho, era especial. No como los demás. Y bueno, no sabría explicarlo pero puedo decir que hubiera dado mi vida por él, porque el mundo necesitaba personas como aquella y no podía permitir que muriera. Si tenía que ser él o yo indudablemente sería yo puesto que no aportaba nada al mundo. Mark siempre intentaba convencerme de lo maravillosa y singular que era pero yo no le creía, o no quería hacerlo. Las personas "singulares" destacan y yo no quería eso, odiaba destacar. No soportaba cómo las personas te miran cuando llamas la atención.

*9:00 AM.
Estaba durmiendo y derrepente algo húmedo entró en contacto con mi mejilla. Me desperté y vi que mi perro, Sidor, me estaba pasando la lengua por toda la cara.
- Maldito perro...-mascullé.- Debió de haberse quedado dentro anoche, cuando cerré la puerta...

Miré mi despertador y me quedé petrificada. ¿Por qué no había sonado? Seguramente me habría olvidado de ponerlo, no era la primera vez que me pasaba.
Rápidamente me levante y me puse lo primero que encontré. Luego me encajé mis zapatillas y me pasé las manos por el pelo para adecentarlo. Salí a la calle y el perro conmigo, cerré la puerta y me monté en mi Wolsvagen. Era un coche de segunda mano pero lo adoraba. Me lo había comprado mi padre cuando me saqué el carnet de conducir. De eso hacía ya unos años...

Yo vivía en la montaña, en una casa de estilo rústico, bastante grande para mi sola. Sidor era un pastor Garafiano, por lo tanto se quedaba fuera. Estaba bastante bien enseñado, era un perro educado y no ladraba a las visitas. Sin embargo protegía la casa que, al estar aislada, era objetivo de ladrones. El perro era grande, por lo tanto impresionaba. Sobre todo si te fijabas en sus enormes colmillos, pero era muy cariñoso.
Mark y yo aun no vivíamos juntos porque yo consideraba que era pronto. Él vivía en un piso en la ciudad, cosa que yo odiaba, por eso soliamos quedar en mi casa. A Mark le daba miedo Sidor, decía que nunca se sabe cómo podía actuar. Pero yo estaba segura de que no pasaría nada.


Llegué al lugar en el que trabajaba. Yo era secretaria de Jim Parker dueño de una gran empresa de hoteles de Los Ángeles. Jim era un hombre muy exigente con el trabajo y ambicioso. Lo más que deseaba era el dinero. Tenía mujer, pero yo no me explicaba cómo alguien podía amar a una persona como Jim.
-¿Qué horas son estas de llegar?- Me reprendió.- ¡Esto es un trabajo serio!
-Lo sé señor, pero es que el despertador no ha sonado y bueno, he venido lo antes posible- intenté explicarle.
-¡Sabes que no me valen tus malditas excusas! ¡Ponte a trabajar!
-Sí señor.- Dije arrepentida.

Tenía mucho papeleo que me había encargado Jim como castigo pero más tarde ese infierno habría terminado y Mark vendría a buscarme.